Noticias que matan

Foto tomada de google.

A Lissette Rojas, Vianco Martínez y a mí, nos une más que la profesión de periodista, una larga amistad, la fascinación de ver los versos volar en los libros, las tardes de café en Cuesta y las críticas oportunistas. Entre el imaginario literario y la realidad comentamos muchas cosas. En una de esas tardes añejadas en la memoria recuerdo que hablamos de nosotros mismo, es decir, de los periodistas, y de cómo presentamos las noticias. Me interesó el tema de los asesinatos de mujeres o el neologismo feminicidios.

¿Qué estamos haciendo sobre el asunto? Pregunté. Es decir, ¿solo debemos limitarnos a presentar la noticia y punto? En las escuelas de comunicación nos enseñan que nuestra labor es informar, atacar un problema, o como algunos maestros internacionales de la profesión dicen, ser un “perro guardián de las instituciones”. Realmente: los periodistas no somos fiscales, ni policías, ni jueces, pero, ¿qué hay con la conciencia social?

A menudo muchos decimos “Hombre celoso mata mujer”. Podría entenderse que la justificación del asesinato fue el celo, entonces, ¿todos los hombres celosos tienen un motivo para matar a una mujer?...pienso que no. “Hombre matar mujer porque le fue infiel”, ¡por Dios!

Una mujer muere por motivos pasionales”, es otro titular que en ocasiones solemos hacer, ¿pero la pasión la mató? No estoy hablando de la muerte y pasión de Cristo, hablo de asesinatos y punto. Es posible que en algunos casos no sean premeditados, realmente pueden ser actos irracionales producto de una locura momentánea, tal vez, o simplemente una acción fríamente calculada. Por eso algunos de los asesinos prefieren suicidarse antes de afrontar las consecuencias de sus actos, todo es posible en la mente humana. Los psicólogos y psiquiatras tendrán su punto de vista para ver cada caso en particular.

Sería más simple decir “Otra mujer es asesinada por un hombre”. Vianco, alfarero de las palabras, nos apuntaba que realmente debemos analizar cómo presentamos las noticias para no justificar una mala acción. Le dije a Lissette, ayudante de Vianco en el oficio, que muchos periodistas nos enfocamos en explotar el drama de la familia herida por la muerte, en presentar el llanto, y no es que esté mal, pero a veces dejamos de lado al asesino, de mostrarlo, de hacer un perfil, de que otras mujeres identifiquen en sus parejas rasgos parecidos, de alertar.

Con esto, claro, no pretendo dar una clase de estilo periodístico, ni iniciar un movimiento mesiánico, cada comunicador debe estar consciente del mensaje que transmite. El poder de influencia de los medios es grande y todo el que trabaja en esto debe saberlo. Decir por decir es lo mismo que decir nada. Con esto hago un mea culpa por ser parte integral del todo.

En lo adelante trataré de ver el asesinato de una mujer como tal y no el motivo como premisa de la noticia. No he visto el primer crimen de este tipo en defensa propia. El caso es que en el año 2011, unas 234 mujeres fueron asesinadas. En el 2012, ya van 71…y el  número sigue aumentando.  

-¿Es una epidemia?, le pregunté a Vianco.
-Sí, me respondió sin vacilar.
-¡Ta fuerte la vaina!, se confiesa en secreto Lissette, como ocultando su preocupación de mujer.

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