¡Préstame una lágrima para llorar a mis muertos!

No murieron por estar vivos, murieron por ser pobres. Por la indigencia que garantiza votos cada cuatro años, por la pobreza de mente que mantiene la industria del clientelismo, la misma que se incrusta en la cultura del “soy padre de familia y no tengo a donde ir”.
En Guachupita murieron siete. Ahora nadie tiene miedo de entrar porque ahí se venden drogas, por el borracho de la esquina, por la mujer en rolos en el colmado, por el perro con su sarna, por el pollero, por la pobreza que “jiede”.
Mañana son otros los que vendrán a ocupar el espacio de los que se fueron: a pelear con la miseria, a esperar una ayuda, a ser parte del barrio, a coger fiao en el colmado, a beber café en la casa del lado, a cargar agua, a pelear para darse a respetar, a afilar un machete y a votar cada cuatro años.
¿Quien mató a Catalina Feliz, en estado de gestación, y a sus otros hijos Esteban, Manuel, Roberto, Jefrey, Francisco, Bienvenida y su vecina Carlita Martínez? Fuimos todos los que miramos desde el puente en el río. Fueron los que sólo se lamentan, los que escriben artículos como este y luego se toman un café, el que lo lee y siente pena.
Fueron ellos mismos que esperan que la solución de su problema baje del cielo, del Gobierno, de los gobiernos, de los políticos, de las promesas, de las campañas… ¡De la mierda!
Todos somos culpables por no hacer nada para evitarlo de nuevo. La Temporada ciclónica aún no termina, la temporada ciclónica es cada año.
En Guachupita murieron siete. Ahora nadie tiene miedo de entrar porque ahí se venden drogas, por el borracho de la esquina, por la mujer en rolos en el colmado, por el perro con su sarna, por el pollero, por la pobreza que “jiede”.
Mañana son otros los que vendrán a ocupar el espacio de los que se fueron: a pelear con la miseria, a esperar una ayuda, a ser parte del barrio, a coger fiao en el colmado, a beber café en la casa del lado, a cargar agua, a pelear para darse a respetar, a afilar un machete y a votar cada cuatro años.
¿Quien mató a Catalina Feliz, en estado de gestación, y a sus otros hijos Esteban, Manuel, Roberto, Jefrey, Francisco, Bienvenida y su vecina Carlita Martínez? Fuimos todos los que miramos desde el puente en el río. Fueron los que sólo se lamentan, los que escriben artículos como este y luego se toman un café, el que lo lee y siente pena.
Fueron ellos mismos que esperan que la solución de su problema baje del cielo, del Gobierno, de los gobiernos, de los políticos, de las promesas, de las campañas… ¡De la mierda!
Todos somos culpables por no hacer nada para evitarlo de nuevo. La Temporada ciclónica aún no termina, la temporada ciclónica es cada año.
Vaya, con el drama, brother. La pobreza es la materia prima de todas estas desgracias, que no son nuevas; por ejemplo, cuando las brisas asesinas del huracán David azotaron el país, otro derrumbe mató a otras seis personas en ese mismo barrio. Lo cierto es que siempre cuestionamos a los infelices que malviven en esos lugares, situación común en otros países, inaguantable en Colombia, insoportable en México, en Guatemala los pobres son menos que gusanos sin carne que roer; en Estados Unidos hay quienes viven en los túneles inundados con la mierda de toda la ciudad, que viven y conviven en esos lugares. La cuestión es, ¿es popular sacar a esa gente de esos lugares militarmente? Hay quwe sacarla. Hay que buscar otras áreas para hacer una gran remoción humana, cueste lo que cueste, porque al fin y al cabo, siempre habrá quienes regresen, porque eso está sembrado en la conciencia, en una cultura maldita que nos hace irresponsables a todos, por las precariedades. Lo que se debe hacer es mover a la acción. Es cierto, la tragedia se pudo evitar. Ahora toca hacer un gran estudio para que las autoridades busquen una alternativa para sacar a los que viven en las orillas del Ozama, el Isabela, miles de familias que incluso han construido sus miserables viviendas sobre la solidificación de la basura regada por décadas. Esos afluentes, algún día querrán recobrar sus territorios y la tragedia será...mejor dejarlo en suspenso.
ResponderBorrarNéstor Medrano
Considering the fact that it could be more accurate in giving informations.
ResponderBorrarAsí es José Armando,todos somos culpables, pero en especial los políticos con sus mentiras y promesas incumplidas.
ResponderBorrarPor ahí viene Hanna, otra tormenta...¿Qué pasará con los vecinos de los muertos? ¿A dónde irán para evitar los próximos derrumbes,de los suelos saturados de lluvia?
Jose A
ResponderBorrarInsisto y no desisto y lo grito a los 4 vientos:
Son todos los gobiernos indolentes y populistas que hemos tenido desde 1844, los culpables de la falta de educación y de que millones de dominicanos y domincanas vivan aún en zonas vulnerables: por su falta de autoridad, por su populismo.
No se que es mas lamentable de este caso: que las autoridades no se esforzaron a fondo para sacarlos de ahí, que la gente esté dispuesta a vivir al filo de la muerte en la capital que sanos y salvos en su casa en el campo, que la falta de educación haga que la gente piense que sus pertenencias son mas importantes que su vida, o que los políticos piensen que es más políticamente correcto lamentar que prevenir para no arruinar su imagen de "democracia". Es una pena esta tragedia, al igual que es una pena que despues de tantos muertos, tantos gobiernos, tantos ciclones todavía no hemos aprendido nada.
ResponderBorrar514 años en este paraíso terrenal y todavía no nos acostumbramos a sus debilidades. Todavía no aprendemos a respetar a la naturaleza y sus arrebatos.
Es una lástima, y más cuando las victimas son niños.
Demasiado drama,pero por què te ocupas de algo que no tiene soluciòn?....
ResponderBorrarcaramba mejor me reservo lo que en realidad pienso de eso!!
ResponderBorrarEso da para mucho pensar. Pero quien le pone el cascabel al gato?
ResponderBorrarNo es menos cierto, pobreza intelectual....Dios...! hasta cuándo? Pero claro no nos conviene educarlos, porque entonces...cómo subirían los gobiernos...?
ResponderBorrarcomo dice la canción....la políticaaa ayyyyy la política...
Es mejor después que antes, para no perder la credibilidad, ni el voto en las próximas elecciones...
Excelente artículo!