Hasta la tambora


Llevo mis tres colores en la piel; colgados de una cruz de más de 48 mil kilómetros. Soy de aquí, del lugar por donde camina el Sol. De palmeras y arrozales: de ríos y leyendas, de merengue y ron. De donde se labra la esperanza con el corazón y sudor.


Aquí la pena se lleva en los huesos y la alegría en la sangre. Dominicano soy… Y a mucha honra lo grito al mundo.

Dominicano por “Ius soli y Ius sanguinis”. Dominicano en esta y la otra vida. ¡Mi patria… Mí querida República Dominicana! La violada, la esclavizada, la engañada, la que ríe, la que goza su carnaval, la de playas, la de fe, la del Caribe, simplemente la única.

¡Venid todo el que quiera conocer mi país! ¡Venid los moros y los cristianos! Todos podemos vivir en paz: dominicanos, haitianos, norteamericanos, europeos, orientales, africanos, suramericanos, centroamericanos, caribeños, australianos, hasta los pingüinos si quieren.

Todos podemos vivir en paz, como dominicanos o como quieran. Pero, ¡ay de aquel que intente pisotear mi bandera! Dios tendrá piedad, yo no.

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